¿Qué es lo real? ¿Qué es lo virtual? Lo que virtualmente existe, ¿realmente existe? Como las sombras, el reflejo en el agua y la imagen que nos devuelve el espejo, la realidad virtual nos sumerge en mundo posible a 360 grados.
Tengo que admitir que la primeras vez que me puse unas gafas Samsung sentí miedo. El miedo que la primera vez que vi unas, me impidió usarlas. Era el futuro allí en mis manos, podía verlo primero que todos, pero tuve miedo de lanzarme al agua. Esa noche trabajaba como ayudante de escenario para armar las primeras gafas Samsung VR (Realidad Virtual por sus siglas en inglés) que desembarcaron desde Corea del Sur para el Mobile World Congress de Barcelona en febrero de 2016.
Éramos unos 45 o 50 ayudantes convocados por una empresa de empleo temporal. No sabíamos lo que íbamos a hacer, sólo que debíamos llegar al Centre de Convencions Internacional a las 12 de la noche. Y allí estábamos cuando llegó el líder del proyecto, la versión coreana de Marck Zuckeberg, de camisa blanca, vaqueros y zapatillas deportivas, rodeado de una muchachada de 5 o 6 chicas y chicos que no llegaban a los 30 años, y en un inglés ininteligible, nos explicó que no podíamos equivocarnos y que debíamos ayudarlo a armar su nuevo dispositivo: Unas gafas aparentemente sencillas que funcionarían con el teléfono móvil, pero con una tecnología que revolucionaría el mundo tal y como lo conocemos.
Y así pues armamos las dos mil, o ¿tres mil gafas? Para el evento que tendría lugar al día siguiente: Ésta imagen de un futuro distópico donde los asistentes no reconocen la llegada de su anfitrión Mark Zuckerberg por estar inmersos en la realidad virtual inmortalizó ese momento.
Aunque no debíamos hacerlo, no debíamos usar las gafas. Uno de los ayudantes, por supuesto, los más jóvenes, los que creo yo que no llegaban a los 20 años. Se colocaron las gafas. Y yo que las tenía en mi mano, que las estaba armando, no lo hice, pero si pregunté: ¿Cómo se ve? La típica respuesta millenial: – Normal. – ¿Cómo que normal.- pregunté yo (que se supone que podría ser millenial pero no lo soy). – Bueno, sí se ve ese mismo paisaje que está en esa pantalla grande, pero por todos lados. – ¿Y bien?, insisto en preguntar. Y así, finalmente con algo de asombro manifestó: – Sí, sí bien.
Para mí fue suficiente saber que eso, el futuro, vendría. Y no sería hasta el próximo verano de 2017 cuando me puse mis primeras gafas de realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR) para experimentar Björk Digital en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Y sobre eso les comentaré en mi próximo post.