seguna filla

¿Nos sentimos cómodas siendo pasajeras en la segunda fila o queremos tomar el mando del volante?

En el cine contemporáneo el 65% de los protagonistas son hombres y el 35% mujeres. Mientras que, el 72% de los personajes que hablan en una película son hombres y sólo un 28% son mujeres, según cifras del Observatorio Europeo, reportadas por la asociación CIMA, asociación de mujeres cineastas en su capítulo de Cataluña.

Estas y muchas más cifras las conocí en un evento llamado “Las dones del cinema” (Las mujeres del cine) en el marco del Festival de Cinema en Catalá 2017 en la costa dorada, donde las cinco ponentes, directoras, productoras, guionistas y actrices, mostraron cifras contundentes de los roles femeninos delante y detrás de cámara.

Detrás de cámara, resaltaba que aunque el número de mujeres que estudia audiovisual es casi del 50 por ciento, en el mundo laboral solo el 21% de mujeres dirige o alcanza puestos de decisión como jefaturas de área (Guion, Fotografía, Arte, Sonido y Edición). Y eso cifra de mujeres directoras disminuía cada vez que el presupuesto del proyecto cinematográfico era más alto, es decir, había más mujeres dirigiendo documentales que películas ficción de alto presupuesto.

Más allá de esos datos cuantitativos, uno de los comentarios cualitativos que más me llamó la atención fue el que hizo la guionista y directora Clara Roquet. Ella decía que en sus clases, ella notaba que aún siendo la mayoría de sus estudiantes mujeres, quiénes más participaban y opinaban eran los chicos. Eso le hizo preguntarse, si es que a veces nosotras nos sentimos más cómodas en nuestra segunda fila viendo, que tomando un rol activo, opinando, debatiendo y participando.

Como profesional nunca he sentido que haya hombres bloqueándome la puerta, que me digan que no puedo hablar, que no puedo opinar, o que busquen de alguna manera disminuirme o hacerme sentir una competidora de menor rango. Al contrario, algunos de ellos me han dado un feedback sincero, en cuanto a mis fortalezas y mis debilidades para seguir creciendo como profesional, muchos otros han sido generosos en sus palabras de aliento y ánimo.

Por eso reconozco que en mi caso, estar en segunda fila, escuchando, leyendo o apoyando ha sido más cómodo, y mucho menos riesgoso. Opinar, escribir y hacer es exponerse a los otros, a los elogios y las validaciones pero también a las críticas, las constructivas y las destructivas. Y exponerme, a mí, que nunca me ha gustado ser el foco de atención me da susto. Por eso, nunca antes había escrito en un blog. Pero, a veces, es necesario, hacer eso que más tememos, para romper el cascarón, para mudar la piel, para salir de la crisálida, para seguir creciendo.

Hay otra variable que en mi caso también influyó mucho en las decisiones que he tomado, y es la premisa del movimiento feminista hollywoodense “MeToo” que se resume en “If she can´t see it, she can´t do it” (si ella no lo ve, no puede hacerlo), pero de eso va el “Female Filmmaker Friday” y mi próximo post.